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Cuarentena, hogar dulce hogar

  • Foto del escritor: Laura Sofía Ñungo Fernández
    Laura Sofía Ñungo Fernández
  • 11 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 24 jun 2020


Llevo varios meses en cuarentena y creo que desde que era una niña, no compartía tanto tiempo de calidad con mi núcleo familiar. Esto ha sido importante, porque de no ser por el aislamiento seguiríamos con nuestro afanes y carreras cotidianas que me impiden compartir con los seres que más quiero.


Vivo con mi hermano y mis papás, los tres son economistas. Sí, yo soy la diferente de la casa, que me fui por el estudio de las humanidades. Ya todos somos adultos, mi hermano y mi mamá trabajan para empresas de seguros y mi papá es inmobiliario independiente, sin duda, el miembro de la familia que más se ha visto afectado económicamente por la coyuntura.


Normalmente, cuando no había llegado aún el Covid-19 a nuestro país, eran las siete de la mañana y ya todos estábamos con una taza de tinto en el estomago y bien peinaditos para irnos a nuestras respectivas actividades.


Parte de la rutina, era una charla rápida en el desayuno sobre las noticias del día. Mi papá procuraba llevar a mi mama a su trabajo y a mí, a la universidad, nos llamábamos en la hora del almuerzo para saber como iba el día de cada uno, y en la noche nos volvíamos a ver a eso de las siete de la noche para compartir la cena.


Muchas noches no veía a Andrés, mi hermano, él entrena triatlón y parte de su rutina de entrenamiento, era entrenar en las noches natación. Por ende, con quien menos compartía entre semana era con él.


Una vez empezó la cuarentena en Bogotá, a partir del 19 de marzo toda nuestra rutina empezó a cambiar, nos estábamos viendo las caras todos los días, las 24 horas del día. En un comienzo, no lo niego, fue frustrante, simplemente quería salir de mis cuatro paredes y ver otras personas. No me los aguantaba, todos me fastidiaban.


La cantaleta, el regaño, el que habla duro por teléfono, el que nunca lava la loza, en fin, la convivencia no es fácil, así te conozcas a tú gente de toda la vida.


A partir de aproximadamente la tercera semana del aislamiento, los espacios de dialogo se dieron mucho más recurrente, los tiempos para la reflexión y para hablar sobre nuestras angustias y preocupaciones empezaron a hacer parte de nuestra rutina.


Me di cuenta, que todos en mi casa tenemos algún grado de ansiedad, es decir, nuestras preocupaciones e incertidumbres eras recurrentes en nuestras cabezas, incluso antes de la cuarentena.


Todos teníamos conocimiento de la situación de cada uno, pero nunca lo habíamos hablado entre todos. Tal vez por eso, todos en la familia somos deportistas, unos más avanzados que otros, pero nos conduce al mismo fin: sacar el estrés, los episodios de ansiedad y despejar la mente con el esfuerzo físico que implica salir a correr, montar bicicleta, hacer Kick Boxing o simplemente salir a caminar.


La psicóloga Annie Acevedo, afirma para la revista Semana que la incertidumbre es la que produce miedo, temor y angustia. Agrega que hacer ejercicio físico a diario ayuda a apaciguar temores y a mantenernos en un buen estado físico y emocional. “Es clave, entonces, tener un plan diario estructurado, acompañando de una buena actitud, afirmaciones positivas y ejercicios de relajación y visualizaciones”, dice Acevedo.


Pues bien, sin saber mucho sobre consejos psicológicos, mi familia y yo nos fuimos acomodando a nuestra nueva realidad, empezamos a tener una rutina de sueño más organizada, empezamos a organizarnos en el mercado para cocinar más en casa y pedir menos a domicilio.


Lo anterior, parece irrelevante, pero la cocina resulta ser un espacio muy importante de integración familiar, la división de los roles, quien hace la proteína, quien hace el jugo y ser creativos con los ingredientes resulta un momento enriquecedor para reír y contar historias entre familia.


También empezamos a fortalecer nuestros espacios íntimos de espiritualidad, en las mañanas mis padres hacen su oración con el rosario, mi hermano hace su oración interna y yo hago mi meditación.


En las noches nos reunimos para jugar juegos de mesa, escuchamos programas radiales- cosa que no pasaba hace años- y/o vemos series y películas que nos hacen empelicularnos y debatir entre nosotros.


Todos estos espacios no se daban con la frecuencia que se están dando actualmente, sin duda, con quien más he podido compartir es con mi hermano. Manejábamos horarios muy diferentes y, por lo tanto, podrían pasar fácilmente días sin vernos sin importar que viviéramos en la misma casa.


Hemos tenido más espacio para hablar y escucharnos, hablar sobre nuestros sueños, sobre nuestros conflictos y eso es en parte gracias a este aislamiento. Considero que, si no hubiera existido este “pare” en nuestras vidas, tal vez seguiríamos actuando de forma mecánica para un sistema que nos absorbe en tiempo y espacio, dejando casi que “las sobras” para las personas que más amamos.


Parece que el compartir más en familia no es mi caso particular, la psicología clínica Elizabeth Aguirre afirma para el periódico El Tiempo que, cuando se habla de relaciones interpersonales no hay “recetas” y que “dependiendo de cómo esté construido el hogar se pueden hacer intervenciones”. Sin embargo, dice que la cuarentena ha sido una oportunidad para que las familias se reencuentren y se reconozcan entre los distintos integrantes. “En la cotidianidad normal, los padres apenas ven a sus hijos en la mañana, y en la noche las distancias son marcadas por diversos factores, ahora se van a tener que volver a hablar y podrán establecer nuevas formas de verse como familia. Estamos siendo extraños en una casa”, explica la Aguirre.


Me reconozco como una afortunada por la familia que tengo, tenemos en este momento espacios de comunicación sanos y me divierto mucho con ellos. Lamentablemente, no es el caso para el alrededor de 12 millones de hogares colombianos que estuvieron en cuarentena según el Dane.


La violencia intrafamiliar ha hecho parte de la agenda noticiosa en los últimos meses. El Tiempo afirma que, en 2019, la línea 123 contestó, entre el 20 de marzo y el 17 de mayo, 3.348 llamadas, y en el mismo periodo de este año la línea ha respondido a 4.666 llamadas. Y que el aumento más fuerte se refleja en el número de incidentes reportados: 2.392, entre el 20 de marzo y el 17 de mayo del 2019. Y en este año, en el mismo periodo: 8.099.


Por este tipo de realidades, me siento afortunada por estar en el hogar en el que estoy. Quisiera que espacios de deconstrucción de violencias y construcción de crecimiento se dieran en diferentes hogares.


Sin duda, esta cuarentena me ha acercado más a los míos, a pesar de que fue gracias a un aislamiento obligatorio, fue la única forma con la que pude abrir los ojos y valorar a quienes tenía al lado, dejar de lado los afanes y de tomarme la vida tan enserio, para hacer una pausa y compartir más con los seres que me han hecho la mujer que soy hoy.


Cuando termine la cuarentena y volvamos a nuestras actividades, considero que no volveremos a ser los mismos de antes, trataré de que los espacios que se han venido presentado hagan parte de nuestro día a día y así podamos disfrutar momentos de calidad entre nosotros hoy para no arrepentirnos mañana.


Hecho en mayo de 2020



Referencias bibliográficas:

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